Cuando se acerca el comienzo de un nuevo año o un nuevo periodo de nuestras vidas, es común que nos tracemos nuevas metas, nuevas aspiraciones y hagamos planes a futuro. Encuentro que esta buena iniciativa es un principio de disciplina que nos ayuda a definir con claridad el propósito y las metas a alcanzar durante nuestra vida en la Tierra. El tener presente que nuestro Dios Creador Omnipotente y Omnisciente ha de antemano diseñado un plan individualizado para cada ser humano, nos alienta y nos da confianza. En la Biblia encontramos como Dios lo expresó, en el libro de Jeremías cuando dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. (Jeremías 29:11. NVI).
Es por eso que recomiendo y animo a encomendarle a Dios nuestros sueños, deseos y metas; no solo los del nuevo año sino los de toda la vida. En la Biblia también podemos leer la excelente recomendación escrita por el salmista, el rey David en el versículo 5 del Salmo 37 que nos dice: “Encomienda al Señor tu camino y Él hará”. La palabra encomendar significa confiarle algo a alguien o ponerse en manos de alguien. En este pasaje bíblico esta palabra se refiere específicamente a confiar y a creer plenamente en que Dios cuidará todo lo que tenemos o lo que nos propongamos a hacer y que Él nos guiará en nuestras toma de decisiones, mejor de lo que nosotros mismos pudiéramos hacerlo en nuestras propias fuerzas. En el versículo 4 también se nos dice que Dios nos concede las peticiones y los deseos de nuestros corazones cuando nos deleitamos en Él: “Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino y Él hará”. Salmo 37: 4- 5 (NVI).
Además de encomendar a Dios todos nuestros sueños, deseos, metas y proyectos, debemos tomar cuidado en que nuestros sueños estén construidos o edificados sobre bases firmes con estructuras sólidas. Detente por un instante e imagina lo siguiente: que alguien te ofrece regalarte una casa propia en el lugar de tus sueños y te lleva a escoger los mejores materiales de construcción; los obreros comienzan la obra y al pasar de los días te das cuenta que el trabajo que ellos están realizando no es el adecuado, las paredes que han construido están desniveladas y hay muchos detalles inapropiados en la construcción de la casa. Piensa, ¿qué harías en ese momento?, ¿te quedarías quieto?, ¿permitirías que ellos continuaran la construcción?, ¿vivirías en esa casa?, probablemente no, seguramente impedirías que se continuara la construcción y buscarías la mejor solución para construir una casa con bases firmes y con estructuras seguras para vivir.
Con frecuencia los seres humanos olvidamos edificar nuestras vidas sobre bases firmes y en vez, construimos nuestras vidas con materiales de rencor, venganza, ira, envidia, amor al dinero, amargura o critica, creyendo infructuosamente que podemos vivir una vida plena y feliz, apartados del amor de Dios, quien es el dador de una vida fructífera de paz.
El Señor Jesucristo nos invita a edificar nuestras vidas sobre bases firmes; sobre su amor, su justicia, sobre el perdón y la reconciliación, nos invita a transitar el camino que nos conduce a la verdadera felicidad y que incluye el reconocer nuestra necesidad de Dios, el amar a Dios con toda nuestra mente, alma y corazón y el amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; a ser compasivos, a cuidar la pureza del corazón y a seguir la paz. (Lucas 6:47-48)
Es por ello que les animamos a entregarle a Dios sus proyectos de cada año y a deleitarse en Él; a disfrutar la vida agradando a Dios apreciando su valor, porque la vida es un regalo que Dios nos da día a día. Regale un abrazo con ternura a sus seres amados, haga de su vida una muestra de amor, sea amable, humilde, agradecido; construya su vida sobre bases firmes y de ésta forma Dios hará grandes cosas en usted mismo y en los que le rodean.
“El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor”
Proverbios 16:9 (NVI)
Por: Pastor Argelis Villasmil Medina