La adolescencia es un periodo de crecimiento físico acelerado influido por importantes funciones hormonales y cambios psicológicos que se expresan en el comportamiento del adolescente, quien puede llegar a convertirse en un dolor de cabeza para los padres.
El adolescente experimenta cambios físicos, mentales, emocionales y sociales que van estableciendo su propia personalidad y desarrollando su capacidad para definir opiniones personales. El cambio más notable es el de la pubertad, el proceso por el cual se llega a la madurez sexual. Por lo general, ocurre entre los 10 y 14 años en las niñas y entre los 12 y 16 años en los varones y usualmente genera en el adolescente preguntas sobre la sexualidad y la salud sexual.
Entre las manifestaciones de comportamiento que se presentan en la adolescencia, se identifican:
- La tendencia a mostrar independencia de los padres
- Mayor interés y preocupación sobre la imagen corporal y el vestir
- Mayor influencia acerca de las opiniones de amigos y compañeros
- Mayor capacidad de percibir el bien y el mal
- Manifestación y definición de la identidad sexual
En el periodo de la adolescencia, los jóvenes pueden experimentar sentimientos confusos, especialmente hacia los padres. Es usual que el adolescente no quiera ser dirigido, supervisado o aun aconsejado. El adolescente puede llegar a considerarlo como un control de su vida, por lo cual se esfuerza por tener independencia de vida, mientras que contradictoriamente con su comportamiento, demuestra la necesidad de la atención más cercana de los padres.
La mayoría de las adolescentes no planea embarazarse, pero muchas adolescentes lo hacen. Los embarazos en la adolescencia además de ser frecuentemente no planeados, presentan riesgos adicionales de salud tanto para la madre como para el bebé. Un mayor riesgo de hipertensión arterial y sus complicaciones en la madre, o los riesgos de partos prematuros y niños con bajo peso al nacer son los más frecuentes.
Todos estos cambios a veces pueden ser abrumadores para el adolecente y pueden traducirse en ocasiones o periodos de tristeza o de mal humor. Ante esta fase de marcados cambios en la personalidad del adolescente los padres deben involucrarse, al igual que en cualquier otra etapa del crecimiento en la vida de sus hijos, en amor, como líder que les apoya, les comprende y les respalda durante una etapa de vida la cual personalmente, ya ha sido experimentada.
Para los padres, el periodo transicional de la adolescencia puede representar un reto. Se hace necesario que los padres puedan combinar la autoridad y el afecto paternal, produciendo un ambiente seguro de libertad delimitada por normas establecidas, que les permita a los hijos tomar decisiones, teniendo en cuenta que la autoridad no se puede negociar y que las normas no se pueden transgredir.
Es vital establecer y mantener una buena comunicación con los hijos jóvenes adolescentes. En la actualidad, la respuesta más frecuente del adolescente a la pregunta acerca de cuál es el problema que más enfrenta con sus padres es: “mis padres no me escuchan”.
- Los padres deben evitar el sermonear y juzgar a sus hijos adolescentes, lo cual podría limitar la relación comunicacional, y más bien dar prioridad a mantener una buena comunicación, escuchándose con atención los unos a los otros, en respeto y amor, de manera que se genere confianza y se mantenga una buena relación familiar, cuidando que el ambiente del hogar sea de armonía.
- Como padres debemos respaldar, animar y estar presentes en las actividades importantes y de interés para nuestros hijos: deportes, graduaciones y otros actos o reuniones del colegio, etc.
- Los padres deben estar al tanto de lo que los hijos ven, leen, escuchan y el tiempo que ocupan. Se debe tener en cuenta que tipo de programación de televisión, internet y de radio se ve y se escucha en el hogar, teniendo en cuenta como en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las revistas y los periódicos, abundan mensajes que pueden confundir y hasta perjudicar a los jóvenes. Los padres deben mantenerse al día con el tipo de información que reciben los jóvenes y tomar el tiempo para aclarar esos mensajes y ayudarles a administrar y controlar el tiempo de exposición y el comprender las consecuencias que pueden tener las cosas positiva o negativas en su presente y en su futuro.
- Se debe mantener una puerta abierta para conversar temas sensibles y relevantes como las relaciones interpersonales, el sexo, las actividades sociales y religiosas entre otros, siempre asegurándose de tener solida información basada en principios bíblicos. Un simple comentario puede servir para iniciar una conversación importante y productiva.
- Como padres podemos ayudar a nuestros adolescentes a fijar metas y opciones para el futuro; conversar acerca de cuáles son sus intereses, qué quieren ser, qué quieren lograr.
- Los padres deben supervisar la vida social de los hijos adolescentes y saber con quién salen y se reúnen sin dejar de entender que ya no son niños, sino jóvenes adultos que necesitan cierta independencia. Durante esta edad de transición se pueden presentar momentos en que el adolescente se comporte como niño, y habrá otros en que se rebelan cuando se les limitan las salidas o los horarios. En amor y respeto, de manera calmada, se les puede explicar que es por su protección y conveniencia que los padres cumpliendo con su deber, se ven obligados a poner ciertas medidas.
- A los adolescentes más jóvenes se les debe aconsejar que salgan con amigos, en grupo procurando que traten de hacerlo con chicos(as) contemporáneos a su edad.
- Así mismo, se debe mantener presente el expresar el amor, bendiciéndoles cada día con un abrazo o con palabras de ánimo tales como: “que bien lo estás haciendo”, “quiero lo mejor para ti”, me siento bendecido-de de ser tu padre, tu madre”.
La adolescencia también puede considerarse como una etapa hermosa de cambios, durante la cual como padres de adolescentes demostramos una actitud de gratitud a Dios por permitirnos tener nuestros hijos, sus regalos, bajo nuestro techo y cuidado. Salmo 127:3
Ser padre es una carrera que no termina. La crianza de los hijos debe verse como un proceso de diferentes etapas o grados de avance en la misión de preparación y capacitación de los hijos para desenvolverse exitosamente en la vida, cumpliendo el plan que Dios preparó de antemano para cada persona, siempre teniendo en cuenta que es en el hogar, en la familia donde se enseñan y se aprenden los principios y valores que sustentan la vida de la persona en la sociedad. Como nos recuerda el proverbio bíblico: “Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él“. Proverbios 22:6.
¡Enséñanos a contar bien nuestros días para que en el corazón acumulemos sabiduría!
Salmo 90:12 (RVC)