Al hablar de talentos, comúnmente, nos referimos a la aptitud o a la capacidad de una persona para desempeñar o ejercer una actividad, o como al potencial o la habilidad que una persona puede llegar a desarrollar en el desempeño de actividades, como por ejemplo: la música, un deporte, el hablar en público, la enseñanza, la carpintería, etc. Usualmente, los talentos se presentan como patrones de pensamientos, sentimientos, o comportamientos del individuo.
En el desarrollo de nuestro diario vivir, en cualquiera que sea el contexto social, bien familiar, educativo, cultural o de trabajo; es importante que podamos identificar, reconocer, y cultivar los talentos que Dios nos ha dado, y que nos identifican, nos hacen diferentes y competitivos, para ser constructores y contribuyentes, tanto en nuestra comunidad local, como podría ser, hasta los confines de la tierra.
A veces, el identificar nuestros talentos, podría ser difícil para nosotros, bien porque no los conocemos, porque no los valoramos personalmente, o porque hemos escuchado opiniones desfavorables de otros que nos lleva a decepcionarnos de poseerlos, o aun, a perderlos. Vemos casos de jóvenes, que aunque desean tener una profesión, pueden llegar a la conclusión de que ellos no poseen ningún talento de nada que pueda ser útil para el desarrollo de su vida personal y profesional; y, pueden llegar hasta sentir, que no tienen la capacidad requerida para desempeñar determinada profesión, oficio o habilidad.
A los que han llegado a éste pensar, deseo animarles, a creer la realidad de que Dios dota a cada ser humano con talentos o dones para desarrollarlos durante el desempeño de la vida. Desde el momento de la creación, cuando Dios comisionó a Adán y a Eva para dominar y administrar la tierra, los animales, y las plantas, les provisionó con los talentos requeridos para lograrlo, y que podemos leer en la Biblia, en los tres primeros capítulos del libro de Génesis. Luego, en el Evangelio de Mateo, capítulo 25:14-30 del Nuevo Testamento, podemos leer como el Señor Jesucristo nos los explica con detalles en la parábola de los Talentos, cuando usa la figura monetaria greco-romana del talento, para referirse, no solamente a la administración del dinero, sino también, a la administración de las habilidades o talentos personales que nos da.
La parábola, nos deja ver como es Dios, quien reparte talentos de diversos y diferentes tipos y en diferentes cantidades a sus hijos, a unos más que a otros, pero TODOS tenemos alguno.
Dios espera que nosotros usemos, responsablemente, esos talentos y que demos frutos de ellos; y si somos fieles en lo poco, nos dará más. A nosotros nos toca participar en la búsqueda, administración y reproducción de esos talentos. Si no sabemos todavía cuáles son los talentos que Dios nos ha dado, podemos preguntarle y Él no los hará entender. En los versículos 8 del Salmo 32 y capítulo 7 del Evangelio de Mateo, encontramos esas declaraciones y promesas de Dios: “Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”, “Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Démonos a la tarea de identificar, cultivar y desarrollar nuestros talentos; para ello, pidamos a Dios su guía, busquemos actividades, y cumplamos funciones que los pongan en práctica. Esforcémonos a hacer lo mejor y veremos que, podremos disfrutar del valor diferenciador que hemos agregado.
Por: Dr. Lenin José Torres Silva.