La asimilación de la llamada “revolución sexual” en el mundo occidental, viene mostrando sus efectos de cambio en la sociedad actual. La revolución sexual se presenta como una alternativa que ofrece mayor felicidad y libertad social que las tradiciones culturales y religiosas respetadas por largo tiempo, al eliminar sus supuestas inhibiciones. Esto ha traído una serie creciente de problemas sociales y de salud pública, tales como: inmoralidad, violencia, desintegración de familias y la creciente incidencia de enfermedades trasmitidas sexualmente, especialmente entre los adolescentes y jóvenes que están siendo cada vez más expuestos.
Es bien conocido que la abstinencia sexual, y el mantener una relación monógama, son las medidas de protección más efectivas para prevenir la trasmisión del virus HIV / SIDA o de cualquier otra enfermedad de transmisión sexual (ETS). Sin embargo, hasta ahora, el temor de contraer enfermedades de transmisión sexual o de evitar embarazos indeseados, no han sido una razón suficientemente motivadora para que los jóvenes decidan adoptar un estándar de vida en abstinencia sexual hasta el matrimonio. Solo cuando se entienden la sexualidad humana y el lugar que juega en el establecimiento de un matrimonio feliz y saludable, es cuando se llega a asimilar la importancia de mantener la relación sexual restringida al matrimonio, que es algo por lo cual vale la pena esperar; tal como fue diseñado y expresado por Dios Creador como su plan para el ser humano.
En los animales, las relaciones sexuales existen sólo para su reproducción, mientras que los humanos gozan el privilegio de expresar el amor conyugal en la relación sexual, lo cual requiere responsabilidad. La sexualidad humana, es una vía de expresión de emociones y de pasión entre un hombre y una mujer, derivado idealmente, por el amor genuino; amor basado en el dar y buscar alegría en una satisfacción interna profunda y no solo, en el tomar o en el experimentar un mero placer físico.
En el contexto de un matrimonio comprometido, mutuamente fiel y duradero para toda la vida, la relación sexual es profundamente realizadora y mantiene entre los esposos una inagotable capacidad de dar, lo cual produce sensación de satisfacción y de alegría en la pareja. En la unión sexual se entremezclan el impulso de amar, el poder de creación de la vida y la transmisión de descendencia y linaje, lo cual implica un compromiso hacia los potenciales resultados de esa relación: ¡una nueva vida!.
Los padres tienen la responsabilidad de amar y ayudar a crecer a sus hijos; y si la pareja no está preparada para tomar dicha responsabilidad, no estaría ofreciendo a sus hijos ni a la sociedad, ningún favor concibiendo un hijo. El amor de los padres es la base de la estabilidad y de la felicidad de los hijos. El matrimonio es el fundamento más seguro para alimentar a un hijo. Un hijo naturalmente quiere y necesita que sus padres se amen y estén unidos, no sólo para su nutrimento físico, sino también para ayudarlo a afirmar su identidad y seguridad que para él, está determinada por el amor que muestran entre si sus padres.
El mantener integridad de conciencia, es otra responsabilidad requerida para el disfrute de la sexualidad en la libertad de la vida matrimonial. La conciencia, la cual persigue el amor verdadero, alerta a la persona cuando está en riesgo de ceder a encuentros promiscuos que pueden amenazar la estabilidad de vida. Por otro lado, el ser responsable hacia el prometido o prometida antes del matrimonio, significa respetar el futuro cónyuge, practicando la fidelidad hacia él o ella antes de conocerle en el matrimonio. El amor implica fidelidad y compromiso de cuidar a su futuro esposo o esposa.
La pureza requiere capacidad de autodisciplina, de control o dominio propio sobre los impulsos. Sin embargo, con frecuencia el sexo puede ser una actividad puramente física que se realiza con propósitos egoístas, buscando sólo placeres carnales y que, usualmente, acarrea consecuencias dañinas en las personas que lo practican. Las uniones sexuales promiscuas y extramatrimoniales, no solo son acompañadas de la sensación de culpabilidad, auto recriminación o corrupción del carácter; sino que también, se relacionan con una mayor incidencia de enfermedades sexualmente trasmitidas, el cáncer genital, las adicciones a las drogas, al alcohol y a los desórdenes financieros.
Los adolescentes son particularmente vulnerables a experimentar emociones que interpretan como amor, lo cual los hace más susceptibles a confusiones, y actualmente, en la mente de muchos adolescentes existe confusión; en parte, debido a los ejemplos que reciben de los adultos que les rodean, además de la confusión de los valores transmitidos por los diferentes medios de comunicación modernos como el cine, la televisión y más recientemente, el internet. Para muchos, el sexo significa amor y viceversa.
De manera que podemos decir que aquellos que deciden vivir de acuerdo a los principios que Dios estableció, y se abstienen del sexo extramatrimonial y de la promiscuidad, son aquellos que llegan con más facilidad a vivir una vida en plenitud y en libertad:
- Para confiar y ser dignos de confianza en el compromiso matrimonial sin cargar el peso de actos irresponsables del pasado.
- Para hacerse amigos y expresar afecto con naturalidad.
- Para desarrollar intereses como el deporte, las artes, la música, la ciencias, el servicio en la iglesia, y en la comunidad, o el de prepararse y desarrollarse en una carrera profesional.
- Para establecer un buen fundamento de estabilidad económica.
- De prevenir y evitar el sentido de culpabilidad o de miedo en el matrimonio.
- Para transmitir a los hijos valores de moralidad.
- De evitar embarazos indeseados, enfermedades transmitidas sexualmente y de los desbalances emocionales que pueden conllevar a una relación sexual sin compromisos.
- El entendimiento de estos principios, les ofrece a los jóvenes la oportunidad de resistir a los atractivos de la revolución sexual, y les permite ser capaces de proteger su pureza y sexualidad, como un tesoro para ser disfrutado en el matrimonio.
Todo me está permitido, pero no todo me conviene. Todo me está permitido, pero no permitiré que nada me domine. Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo.
1 Corintios 6:12, 18
“El que encuentra esposa encuentra el bien, y alcanza la benevolencia de Dios”
Proverbios 18: 22