Al poco tiempo de haber contraído matrimonio, Jesús Pérez y su esposa Deepa, comenzaron a desarrollar la visión que obtuvieron una vez cuando eran solteros: ser misioneros en un lugar que no fuese familiar para ellos. El camino trazado comenzó con un entrenamiento en lingüística y misiones en Brasil y Londres, hasta llegar al sitio a servir en India, el país en el cual vivirían por 10 años. De acuerdo con Deepa de Pérez, de descendencia india, el tramo más difícil a recorrer como persona fue el de su adaptación a la cultura de procedencia de sus ancestros, y el lograr el entendimiento de una nueva cosmovisión o de “como ellos perciben la vida”.
Para la mayoría de la población en la India, el sistema de creencias está basado en el hinduismo, el cual es un sistema religioso, mayoritariamente, politeísta (creencia en la existencia de múltiples dioses o divinidades), que tiene como pilar fundamental la re-encarnación y una cultura regida por un sistema de estratificación social de base hereditaria, el sistema de castas. Es así, como la vida del hindú gira en torno a tradiciones o rituales y de marcadas diferencias sociales basadas en origen y en sexo, no en capacidades.
Deepa de Pérez, quien después de haber egresado del bachillerato, comenzó a trabajar con misiones en su iglesia, explica que el “trabajar por fe” a través del largo proceso de aprendizaje fue el motor que les impulsó a su esposo y a ella a tocar vidas en India. “Si tú estás caminando en función de ese amor que Dios ha colocado en tu corazón para dar a otros, la adaptación va a ser más rápida”, explica. Al trabajar ambos con el idioma hindi (lengua oficial de la India) en un instituto lingüístico, pudieron llegar a entender la personalidad del indio.
Deepa de Pérez, narra que “Solamente con el tiempo uno llega a conocer como son y lo que piensan. El recibir en su cultura a un extraño, es como recibir a un dios. En la cosmovisión hindú todas las personas son dioses. Ellos gastan todo lo que tienen para hacer un recibimiento. Son receptivos, pero a la hora de hablar sobre religión son muy recelosos”.
Es así, como con el tiempo pudieron tener la oportunidad de conocer el trabajo de Dios en la vida de varios amigos. Deepa –relata- que “Siendo profesores de español en un instituto de Idiomas en la India, un muchacho de Afganistán recibió a Cristo con nosotros y se bautizó en el 2009. Hoy en día, sirve a Dios en su país, con el deseo de que todos los estudiantes, al igual como lo era él en ese momento, puedan conocer al Señor Jesucristo libremente con satisfacción y contentamiento”, indicó.
Así fue como la profesora de hindi del matrimonio Pérez, quien tenía una madre sacerdotisa hindú, pudo conocer a Cristo con ellos, siendo este uno de los muchos testimonios que guardan la pareja en sus 10 años de trayectoria de servicio en India. “El que toca el tambor no sabe hasta dónde va a llegar el sonido, así somos nosotros cuando llevamos las buenas noticias, el evangelio; no sabemos hasta donde va a llegar ese mensaje”, citan ambos el dicho africano al recordar y explican que, aún, cuando ellos ya no están presentes en la India, saben que Dios es el que continúa reproduciendo la obra que ellos comenzaron.
Actualmente, Jesús y Deepa de Pérez se encuentran en Venezuela, después de 10 años de vivir en el extranjero para trabajar en la capacitación de misioneros que irán a servir a diferentes naciones de la llamada ventana 10/40, como parte del proyecto “Edifica”. Éste proyecto se originó, a partir de una jornada de oración que los Pérez realizaron en la India, cuando viendo la necesidad de obreros dispuestos a edificar altares de adoración para el único Dios verdadero, fueron inspirados por el relato que se lee en el libro de Nehemías y el cual fortaleció la visión del proyecto “Edifica”. Junto con Félix Cobos, director de Fundación Mundo Horizontes Venezuela, organización que respalda la labor misionera del matrimonio Pérez, se logró la coordinación del programa de entrenamiento transcultural liderado por los Pérez.
Por: Jesús Pérez y Deepa de Pérez