«En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan»
Hebreos 11:6 NVI
Durante mis cuatro décadas de vida ya había logrado las metas trazadas por cualquiera mujer nacida en un hogar de clase media: casada con 3 hijos; Administradora y Músico de profesión inmersa en las actividades de la educación y la comercialización de instrumentos musicales por más de veinte años.
Había sido criada bajo el principio de que la existencia de Dios es incuestionable y que en mi caso particular, mis padres no dejaban de recordarme que mi vida era testimonio de un milagro de Dios, al haber sido sanada de una infección mortal cuando estaba recién nacida. Sin embargo fue solo hace unos años atrás cuando comencé a sentir la necesidad de buscar y conocer personalmente al Dios del que se me hablaba y conocía a distancia.
Hoy día puedo ver cómo el recorrido de mi vida cristiana ha sido impactado y marcado por cuatro principios esenciales relevantes que el Señor Jesucristo me ha enseñado: el poder de la fe, el poder de la oración, el poder del perdón y la importancia del sembrar para cosechar.
Hace cinco años tomé la decisión de asistir a una iglesia cristiana. Mi primera selección fue la Iglesia Evangélica Comunidad Cardón, pastoreada por el Pastor Leodegario Romero. No podía olvidar una experiencia muy particular vivida con el Pastor Romero, entonces mi cliente, en mis primeros años en la comercialización de instrumentos musicales cuando después de yo haber iniciado una pequeña discusión de negocios, a pesar de lo sucedido, tomó la iniciativa de orar por mí, sin yo entender mucho lo que estaba haciendo en aquel momento. Veinte años después pude apreciar la importancia del principio del sembrar para cosechar. Mi decisión de conocer a Dios y de llegar a formar parte de la iglesia se mostraba como la cosecha de la siembra que el Pastor Leodegario había comenzado. “Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno”. Marcos 4:1-8 RVA2015
Durante mi asistencia con regularidad a la iglesia también pude llegar a entender la importancia que aquella oración y la de otros hermanos en la fe que oraban perseverantemente por mí sin yo saberlo. Su perseverancia en la oración no fue en vano, en mi vida he podido ver y comprobar el poder de la oración perseverante. ¡Día a día Dios no se cansa de demostrarme su fidelidad y su poder!. “Por esta razón también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de orar por ustedes y de rogar que sean llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y plena comprensión espiritual” Colosenses 1:9. “ ¿O lo dice enteramente para nosotros? Pues para nosotros está escrito. Porque el que ara ha de arar con esperanza; y el que trilla, con esperanza de participar del fruto” 1 Corintios 9:10 RVA2015.
Hasta ese momento había podido ver y comprobar el poder de la oración perseverante de otros por mí, hoy día he podido vivir y comprobar el poder de mi oración perseverante en fe. Un ejemplo de ello ocurrió un día en mi negocio de instrumentos musicales; había asumido el riesgo de contratar un grupo de trabajadores sin tener reservas seguras para pagarles, descansando en la fe de que Dios nuestro proveedor me daría los ingresos necesarios para hacerlo.
Al llegar el día de pago, tuve que decirles que no tenía como pagarles pero que esperaba en oración que Dios proveería. No sabía cómo Dios lo haría, pero yo tenía la fe que Él me respondería. Efectivamente así fue, solo pasado unos minutos llegaron consecutivamente dos clientes cristianos, uno tras otro comprando los artículos que eran los más costosos que había en existencia. La suma de la compra de los dos clientes me generó ingresos suficientes no solo para asegurar el presupuesto de ese día sino para los siguientes seis meses. No me cabe la menor duda, Dios escucha a sus hijos y responde en cualquier área de sus vidas donde tengan necesidad. “Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve” Hebreos 11:1 RVC. “Pero pida con fe, no dudando nada” Santiago 1:6a RVA2015.
Transcurrido un tiempo, un nuevo aprendizaje ha marcado y edificado mi vida; Dios, como buen padre que es, se encargó de llamar mi atención, en una forma un poco drástica para mí. Había dejado de congregarme en la iglesia por problemas de transporte. Temprano una mañana, recibí la notificación de que en la noche anterior unos ladrones habían robado toda la mercancía que existente en mi negocio. Entendí que el haber dejado de congregarme en la iglesia, para Dios no había sido agradable.“ Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” Hebreos 10:24-25a RVA2015.
De la situación vivida, había podido experimentar la importancia del congregarse cuando recibí el apoyo en oración y acción que la iglesia me ofreció durante ese periodo difícil. Sin embargo, no podía evitar sentir disgusto con las personas que me habían robado por la crisis que me habían provocado. Fue durante un tiempo de conversación con mi pastor, que me aconsejó que para sanar espiritualmente, debía perdonar a quienes me habían robado, siguiendo el consejo que nos dio nuestro Señor Jesucristo, recogido en la llamada oración el Padre Nuestro: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden” Mateo 6: 12(9-13)BNP. En ese momento no sentía de corazón hacerlo, pero esas palabras no dejaban de resonar en mi mente; dos meses después tomé la decisión de dar ese paso: Perdonar… y así lo hice en oración. Siento que para Dios fue tan agradable que, solo horas después, de nuevo me sorprendió con su respuesta de amor: recibí una llamada del propietario de la cadena de tienda de instrumentos musicales más importante del país, ofreciéndome la oportunidad de gerenciar una tienda sucursal en la zona donde resido, una oportunidad que no pude despreciar, venía del cielo mismo.
He entendido que todas estas situaciones que Dios me ha presentado en la vida han fortalecido mi Fe, y me han llevado a crecer como hija de Dios en Cristo, en mi relación personal con Él y en creerle a Él.
Transcurrido un tiempo, me atreví en oración, pedirle a mi Señor que me hiciera su instrumento para la alabanza de su gloria. No solo me mostró y me dio entendimiento de Su respuesta sino que Él me abrió las puertas para poder cumplirla, dándome la oportunidad de glorificarle y alabarle a través de las canciones que El me ha inspirado a escribir y con mi testimonio de ser una vida redimida por su sacrificio en la cruz y transformada por el obrar de su Espíritu Santo, con los que sé que muchos se han identificado y otros han visto avivada su Fe. Es agradable sentir que Dios se complace en este ministerio. ¡Alabado sea el Señor!
“Por esta razón les digo que todo por lo cual oran y piden, crean que lo han recibido y les será hecho”.
Marcos 11:24 RVA2015
Por: Luz Marina Torres de Trias