El sentir celos, envidia, odio, entre otros sentimientos y emociones que no son buenos, bien en contra de otra persona, o en contra de nosotros mismos, es una experiencia que inevitablemente vamos a vivir en algún momento de nuestras vidas; pero lo importante es el poder decidir acerca de que debemos hacer con esas emociones o sentimientos; si decidimos cultivarlos, alimentarlos y dejar que controlen nuestras vidas o, si decidimos nosotros el controlar esos sentimientos o emociones.
Aunque sea inevitable el tener que confrontar alguno de estos sentimientos dañinos en medio de ciertas circunstancias que la vida nos presenta, sin embargo, si podemos evitar las consecuencias negativas que puedan acarrear. La Palabra de Dios, la Biblia, nos dice que el fruto del Espíritu Santo es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23). Aunque en algún momento de nuestra vida, podríamos llegar a sentir celos, envidia, odio u otras emociones o sentimientos en contra de otra persona, o en contra de nosotros mismos; eventualmente nos toca reflexionar al respecto y preguntarnos: ¿Qué debemos hacer con esto?.
En cualquiera que sea el caso, lo que primeramente debemos hacer, para superarlos satisfactoriamente es, reconocerlos ante Dios y aceptar que no es conveniente ni sano para nosotros, ni para los demás guardarlos en nuestro ser. Como nos dice la primera carta del apóstol Juan: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” (1Juan1:9). Es importante que no permitamos albergar este tipo de emociones en nuestros corazones, ya que ellos pueden originar raíces de amarguras, rencillas y contiendas entre otros males; y hasta llegar a producir un fruto agrío, provocando diversos tipos de desbalances, incluyendo enfermedades físicas y emocionales o problemas sociales.
Es por eso, que antes de que florezca, deja que se marchite todo aquello que pueda generar problemas en tu familia, con tus amistades, con tus relaciones sociales o de trabajo, que amenace con desviarte del camino recto, y que no agrade a Dios. Quizás sientas que te han ofendido y el agraviado seas tú, pero lo primordial es, cuidar lo que hay en tu corazón y cuidar tu salud emocional y física. Proverbios 4:23 (NVI) nos dice “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.”
Por: Maylen Portillo
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