JESUCRISTO
Revelado en el Evangelio del Apóstol Juan
INTRODUCCIÓN
El Evangelio de Juan, el cuarto de los evangelios canónicos o sinópticos incluidos en el Nuevo Testamento, es también conocido como el Evangelio según San Juan o el Evangelio según Juan. Tradicionalmente, a través de los siglos transcurridos se le ha reconocido la autoría original de este evangelio al apóstol Juan, con evidencias de haber sido escrito durante los años 90-100 D.C.
ORIGEN Y CONTEXTO
Aunque algunos analistas han sugerido la posibilidad de que el Evangelio de Juan fuera el resultado de un conjunto de manuscritos provenientes de una comunidad fundada alrededor de uno de los discípulos de Jesús; los testimonios narrados por su autor: “el discípulo a quien Jesús amaba”, sustentan la tradicional teoría de que Juan el apóstol y testigo ocular de las experiencias narradas, fue el autor del cuarto Evangelio (Juan 19:26). El Evangelio afirma que este testigo ocular es el discípulo que estaba junto a la cruz y que declara: “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19:35). Luego, finaliza el escrito con la siguiente declaración: “Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”. (Juan 21:24-25).
Aunque se reconoce que el Evangelio de Juan fue originalmente escrito en griego koiné * el cual era el idioma usado en las comunicaciones durante la época del Imperio Romano, los idiomas regionales hebreo y arameo también eran usados en las comunidades judías así como en la lectura de las Escrituras hebraicas que se leían en las sinagogas y que habían sido escritas originalmente en el idioma hebreo. Manuscritos hebreos originales que fueron traducidos al griego, además de otros que han sido encontrados entre los rollos del Mar Muerto, muestran que el griego llego a ser un idioma extendido aún entre el pueblo judío de la época. No se ha podido confirmar que la Septuaginta (la primera versión del Antiguo Testamento en griego) cuya traducción del hebreo original había sido comenzada en Egipto a petición del monarca griego Ptolomeo II Filadelfo de Egipto en 280 A.C y concluida aproximadamente en 100 A.C, haya sido la versión ya extendida y leída por los judíos en la región de Judea y Galilea en el tiempo de ministerio del Señor Jesucristo.16
Sin embargo, el contexto del Evangelio de Juan es hebraico; fue desarrollado dentro del escenario geográfico de Judea, Samaria y Galilea, y fue escrito para personas conocedoras de la cultura hebrea. El evangelio relata historias narradas en la sucesión de las festividades judías solemnes, entre ellas la Pascua y la Fiesta de los Tabernáculos descritas por Moisés en los libros de la Ley, la Torá (Levítico 23) y la Fiesta de la Dedicación o Fiesta de las Luces o Janucá* descrita en los libros históricos o Ketuvin (2 Crónicas 7:9, Esdras 6:16). Así mismo, se observa como en la narrativa del Evangelio de Juan, se aclara el significado griego de palabras que fueron escritas en hebreo: “Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí, que significa «Maestro», ¿dónde vives?” (Juan 1:38). “Aquél encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías que significa Cristo”. (Juan 1:41).
Todas estas razones sugieren que el Señor Jesucristo, como Rabí judío galileo del primer siglo del imperio romano hablaba hebreo además del arameo (idioma semítico) y el griego, al igual que probablemente sus discípulos lo hacían. Las regiones en las que Jesús vivió y viajó parecían mantener también, diferentes lenguajes locales. Mientras que Jesús muy probablemente utilizaba el hebreo y el arameo en las lecturas y en las discusiones teológicas con maestros en las sinagogas; el griego sería el idioma que habría hablado en su intercambio con seguidores provenientes de áreas de predominancia lingüística griega, así como con Pilatos cuando fue llevado al Pretorio. “Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado” (Juan 12:20-23). “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mí?” (Juan 18:33,34-38). “Lo siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán”. (Mateo 4:25). “Él se fue y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”. (Marcos 5:20).
* La koiné fue una variedad de la lengua griega utilizada en el mundo helenístico, es decir, en el periodo subsiguiente a las conquistas de Alejandro Magno. A esta variedad también se le ha llamado a veces griego helenístico. Evangelio de Juan. https://es.wikipedia.org/wiki/Evangelio_de_Juan
* Janucá (Hanukkah) Fiesta de la Dedicación, Las Luces o Luminarias, es una festividad que durante ocho días a partir del 25 de kislev del calendario Hebreo, conmemoraba la dedicación del altar y luego, la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos y la re-dedicación del Segundo Templo en Jerusalén en el año 165 AC.
PROPÓSITO
Como autor del Evangelio, el apóstol Juan deja claro el propósito que perseguía al escribirlo: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”. (Juan 20:30-31).
A través de los capítulos escritos, el apóstol Juan presenta testimonios que revelan y confirman la deidad de Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios Padre; la Unidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; la relación entre Dios Padre y Su Hijo Jesucristo, así como la promesa del Espíritu Santo como Consolador de los creyentes. “Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.” Y yo lo he visto y testifico que éste es el Hijo de Dios”. (Juan 1:33-34); Juan 2:14-17; 3:16; 5:18-23; 14:22-26
ESTILO Y FORMATO
El Evangelio de Juan se ha caracterizado por la individualidad de los temas expuestos y las diferencias en estilo, con respecto a los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. El Evangelio de Juan se presenta dividido en dos partes principales determinadas por señales y tiempos. Así, en el Evangelio de Juan se distinguen dos tiempos:
Cuando todavía no había llegado la hora, o el libro de las Señales. Comprende los primeros 11 capítulos del Evangelio de Juan. En estos capítulos, la deidad y la persona de Jesús son reveladas a través de señales y signos o gestos simbólicos que definen el ministerio de Jesús por medio de la narración selectiva que hizo Juan de discursos, milagros y señales, respaldados por el cumplimiento de las profecías contenidas en las Escrituras hebreas.
Habiendo llegado la hora, o el libro de la Pasión. Comprende los capítulos 12 al 21 del Evangelio de Juan, en los cuales se narran eventos desarrollados durante el tiempo de la Pasión de Jesucristo. En estos diez capítulos se relata la fase culminante de la misión de Jesucristo, durante su crucifixión, su muerte, su resurrección y el tiempo de su glorificación.
PRIMERA PARTE Libro de las Señales – No había llegado la hora. Capítulos del 1 al 11
En el capítulo 1, el apóstol Juan comienza con una introducción narrativa acerca del Señor Jesucristo, basada en su experiencia relacional personal, con el objetivo de darle a conocer al lector la persona de Jesús. En similitud paralela con la introducción del libro de Génesis, Jesús es presentado por Juan como el Verbo, el Logo – la Palabra viva, la Luz, Dios mismo, Creador, “por medio de quien fueron hechas todas las cosas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (Juan 1:3), que no permaneció en la eternidad sino que salió de la eternidad para entrar en el tiempo llegando a ser carne. (Génesis 1:1-31, Juan 1:1-5, 9, 14). Luego, le presenta como el Unigénito Hijo, trayendo Gracia y Verdad a la humanidad, dador del derecho de ser hijos de Dios Padre. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. “porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer” (Juan 1:12, 17-18).
El apóstol Juan advierte acerca de su experiencia vivida como discípulo de Jesús y la respuesta de los líderes religiosos de Israel: “A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Más a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. (Juan 1:11-12).
En el mismo capítulo 1 el apóstol incluye también los testimonios del profeta Juan el Bautista y de varios de los primeros discípulos de Jesús: Andrés, Simón Pedro su hermano, Felipe, Natanael y otros quienes reconocieron al Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, Hijo del hombre, el Cordero de Dios, el Mesías – el Cristo, el Rey de Israel, cuando llegaron a conocerle personalmente.
El apóstol Juan presenta al profeta Juan el Bautista como un testigo enviado por Dios, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él (Juan 1:6-7). También relata como Juan el Bautista testificó de Jesús diciendo: Éste es de quien yo decía: “El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo.” (Juan 1:15). Y luego, cuando el profeta Juan vio a Jesús que venía a él, dijo: ¡Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.” Y yo lo he visto y testifico que éste es el Hijo de Dios. (Juan 1:29, 33, 34).
En cuanto a los testigos que llegaron a ser los primeros discípulos de Jesús, el apóstol Juan relata cómo Andrés, cuando encontró a su hermano Simón Pedro, le dijo: “Hemos encontrado al Mesías que significa «Cristo». Y lo trajo a Jesús. Mirándolo Jesús, dijo: Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas es decir, Pedro”. También narra cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret”, y luego, como Natanael, después de haber reaccionado con cierta incredulidad cuando le vio exclamó: “¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!. A lo que Jesús le respondió: “De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre”. (Juan 1:40, 42, 45, 49, 51).
Luego que el apóstol Juan concluye la presentación introductoria del Señor Jesucristo, basada en su experiencia personal, se dedica a relatar las reacciones y las respuestas de personas y grupos a las enseñanzas, milagros y señales que el Señor Jesucristo manifestó durante sus 3 años de ministerio terrenal. En los capítulos 2 al 11 el apóstol Juan relata diferentes ocasiones en las que individuos y grupos de judíos no religiosos, galileos, samaritanos, fariseos y un oficial del rey llegan a creer y a reconocer al Señor Jesucristo como el enviado del Padre, Mesías, el Cristo, Salvador del Mundo, así como evidencias de su afirmación introductoria de cómo “A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron”. (Juan 1:11).
Muchos Creyeron
- Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. (Juan 2:11)
- Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. (Juan 2:23)
- Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Éste vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. (Juan 3:1-2)
- Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: «Me dijo todo lo que he hecho.» Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron por la palabra de él, y decían a la mujer: «Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo. (Juan 4:39-42)
- 5. Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. El padre entonces entendió que aquélla era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Y creyó él con toda su casa. (Juan 4:46, 50, 53)
- Entonces aquellos hombres, al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente éste es el Profeta que había de venir al mundo.». (Juan 6:14)
- Y muchos de la multitud creyeron en él y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?. (Juan 7: 31)
- Al hablar él estas cosas, muchos creyeron en él. (Juan 8:30)
- Respondió el hombre y les dijo: Nunca se ha oído decir que alguien abriera los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. (Juan 9:30, 32, 33)
- 10. Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan, y se quedó allí. Muchos acudían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad. Y muchos creyeron en él allí. (Juan 10:40-42)
- Entonces muchos de los judíos que habían ido para acompañar a María y vieron lo que había hecho Jesús, creyeron en él. (Juan 11:45)
Los suyos no lo recibieron
- El hombre se fue y contó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado. Por esta causa los judíos perseguían a Jesús e intentaban matarlo, porque hacía estas cosas en sábado. Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aún más intentaban matarlo, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. (Juan 5:15-18)
- Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ése recibiríais. (Juan 5:43)
- Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él. (Juan 6:60-66)
- Ni aun sus hermanos creían en él. Jesús entonces, enseñando en el Templo, alzó la voz y dijo:- A mí me conocéis y sabéis de dónde soy; no he venido de mí mismo, pero el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero. Entonces intentaban prenderlo; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. (Juan 7:5, 28, 30)
- Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?. Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuera, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del Templo y, atravesando por en medio de ellos, se fue. (Juan 8:57-59)
- Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había división entre ellos. (Juan 9:16)
- Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el Templo por el pórtico de Salomón. Lo rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo. (Juan 10:22-25, 31)
- Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el Concilio, y dijeron: ¿Qué haremos?, pues este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta de que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que desde aquel día acordaron matarlo. (Juan 11: 47-53)
En los capítulos 2 al 11 cuando todavía no había llegado la hora también se relatan 7 milagros y señales realizados por Jesús, seleccionados por el apóstol Juan; 5 de las 7 declaraciones iniciativas de Jesús: Yo Soy, y 8 de las afirmaciones de Jesús: Yo Soy, que manifestó a sus seguidores y a sus opositores, respondiendo a sus preguntas o a sus argumentos.
A partir del capítulo 2, la frase: Todavía no ha llegado la hora, es reiterada en varias oportunidades (Juan 2:4, 7:30, 8:20).
- “Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora”. (Juan 2:4)
- Entonces intentaban prenderlo; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. (Juan 7:30)
- Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el Templo; y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora. (Juan 8:20)
7 milagros y señales realizados por Jesús, seleccionados por el apóstol Juan:
- La conversión de agua en vino en las bodas de Caná. (Juan 2:1-12)
- Jesús sana al hijo de un noble funcionario real. (Juan 4:43-53)
- Jesús sana al paralitico de Betesda. (Juan 5:1-18)
- La multiplicación de los panes y los peces. (Juan 6:1-15)
- Jesús caminando sobre el mar. (Juan 6:16-21)
- Jesús sana al ciego de nacimiento. (Juan 9:1-12)
- La resurrección de Lázaro (Juan 11:38-44)
Declaraciones iniciativas de Jesús: Yo Soy:
- “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35)
- “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12)
- “Yo soy la puerta” (Juan 10:7-9)
- “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11)
- “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25)
- “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6)
- “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1)
Afirmaciones de Jesús: Yo Soy durante discusiones con sus seguidores y sus opositores, respondiendo a sus preguntas y argumentos:
- Le dijo la mujer: “Sé que viene el Mesías que es llamado el Cristo” Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo. (Juan 4:25-26)
- Pero él les dijo: Yo soy; no temáis!. (Juan 6:20)
- De cierto, de cierto os digo que antes que Abraham fuera, Yo Soy. (Juan 8:23,58)
- Mientras yo esté en el mundo, luz soy del mundo. (Juan 9:5)
- ¿Al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: “Tú blasfemas”, porque dije: “Hijo de Dios soy” (Juan 10:36-38)
- Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. (Juan 13:13)
- Desde ahora os lo digo, para que cuando suceda, creáis que Yo Soy. (Juan 13:19)
- Les dijo Jesús: “Yo soy. Cuando les dijo, “Yo soy”, volvieron atrás y cayeron a tierra. (Juan 18:5-6)
SEGUNDA PARTE Libro de la Pasión-La hora ha llegado. Capítulos del 12 al 21
A partir del capítulo 12 se encuentran las narrativas del apóstol Juan anunciando que la hora ha llegado y que describen la transición de Jesús del pasar de éste mundo al Padre: del tiempo de la pasión, la muerte y la resurrección, a la hora de su glorificación (Juan 12:23, 27; 13:1, 17:1-26).
En el capítulo 12 el apóstol Juan presenta una especie de sumario reflexivo de los previos capítulos cuando la hora no había llegado. El Señor Jesucristo, el Mesías, Rey de Israel, Salvador del Mundo, enviado del Padre que había resucitado a Lázaro de los muertos, ungido en Betania, reconocido por muchos, incluyendo gobernantes y aclamado por las multitudes judías y griegos (Juan 12:3, 12-21,44-47) pero rechazado por muchos de los judíos “a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos”, anuncia que ha llegado la hora. La hora de Su pasión, muerte, resurrección y glorificación para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: “Cegó los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.” Juan 12:27, 28, 37, 38, 40, 41)
Jesucristo vive la agonía indescriptible de la traición en el sufrimiento corporal, en alma y espíritu; cargando el peso del pecado de la humanidad, llevándolo a la cruz por amor al Padre y como sacrificio para nuestra salvación, por lo que fue glorificado. Esta hora de humillación y muerte de Cristo es la «hora que ha llegado«; la hora de su exaltación como Salvador y Redentor, para que el mundo fuera salvo por Él.
- Jesús les respondió diciendo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado”. (Juan 12:23)
- “Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de ésta hora? Pero para esto he llegado a esta hora”. (Juan 12:27).
- Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. (Juan 13:1)
- Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado: glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti. (Juan 17:1)
El apóstol Juan, en su enfoque personal como autor, hace énfasis en cumplir el propósito que perseguía al escribir el Evangelio, presentando las evidencias de las experiencias vividas en su tiempo como discípulo y apóstol del Señor Jesucristo, siguiendo un estilo que lo individualiza con respecto a los otros tres evangelios.
De igual manera, como hemos visto, se destaca en los manuscritos del Evangelio de Juan las ocasiones cuando el mismo Señor Jesucristo se revela a los suyos como el Yo Soy y cuando, respondiendo a preguntas de sus discípulos y seguidores acerca de su persona, responde: Yo Soy; El Pan de Vida, La Luz Del Mundo, La Puerta, El Buen Pastor, La Resurrección, El Camino, La Verdad, La Vida, La Vid, antes que Abraham fuera, Yo soy.
Yo Soy (Jehová) es la más común traducción de la escritura hebrea al español que relata la respuesta que Dios le dio a Moisés cuando le preguntó por su nombre. En español, en la versión Reina-Valera, la frase se traduce como “Yo Soy el que Soy” y en nombre se traduce como Jehová. “Respondió Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: ‘Yo soy’ me envió a vosotros. Además, Dios dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”. Éxodo 3:14,15(1-18)
En la siguiente sección, estudiaremos cada uno de los 21 capítulos que comprende el Evangelio de Juan en los cuales encontraremos narrados eventos, declaraciones y testimonios personales de Jesús, sus discípulos y seguidores que le rodeaban así como de profetas, enemigos y testigos que revelan el cumplimiento de la Palabra de Dios anunciada y recogida en las Escrituras hebreas en la persona de Jesucristo, el Yo Soy, Hijo Unigénito de Dios Padre, Emanuel, y su misión como el Mesías de Israel, el Cristo de los gentiles, Redentor de la humanidad, el Cordero Pascual y dador de vida, haciendo énfasis en la unidad Trinitaria de Dios Padre – Hijo – Espíritu Santo, en amor por la humanidad, por los suyos.
Por: Ledy Maldonado de Rivas. 2019
“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”
Juan 20:31
Biblia Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Excelente estudio, reúne todo lo profetizado en el AT para ser el paralelo en el NT. MUCHAS GRACIAS!