Introducción
El Manual de nuestro Creador, nos da a entender, que nuestra estadía temporal en la tierra, implica el cumplimiento de un plan maestro diseñado, de antemano, en la eternidad y que implica el establecer una relación e interacción con nuestro Creador y con su creación. A través de la historia, el hombre ha tratado diferentes métodos para lograrlo. Sin embargo, solo Dios, por su gracia se dio a conocer a nosotros en Cristo y nos dio su Palabra escrita, el Manual del Fabricante: la Biblia. Hoy día, por más de 500 años, la hemos tenido por escrito y disponible para lectura y estudio.
En la Biblia, vemos como el ejercicio de nuestra vida cristiana es comparado con la profesión, o la vida de un soldado, de un atleta, de un labrador, o de un trabajador en general, y sus resultados se comparan con los resultados de dichas actividades: la obtención de una corona o la colección de frutos, productos del trabajo.
De la misma manera, en la Biblia se nos anima y amonesta a que procuremos con diligencia presentarnos a Dios aprobados, como obreros que no tienen de qué avergonzarse y que nos toca sufrir penalidades como buenos soldados de Jesucristo. (2 Timoteo 2:4, 5, 6,15). De manera que de la Biblia aprendemos como vivir en la tierra, y como al final de nuestra estadía terrenal, podríamos presentarnos ante el tribunal de Cristo con un buen informe final de nuestra actuación. (2 Corintios 5:10).
Pruebas*
De manera que nuestra vida terrenal es, básicamente, un proceso de continuo entrenamiento durante el cual, vamos llevando a cabo las obras que Dios preparó de antemano para que nosotros caminemos en ellas y que, al mismo tiempo, vamos creciendo en el conocimiento de Cristo, el hombre perfecto, para crecer en la medida se Su estatura (Efesios 2:10, Efesios 4:12). Como en todo entrenamiento, el proceso presentará pruebas y nuestro objetivo debe ser, el procurar aprobar las pruebas.
En ocasiones, las pruebas que vivimos implican o incluyen el vencer tentaciones *. Es importante tener en cuenta que las pruebas que se nos presentan son humanas, y que nuestro Dios es fiel y no nos dejará ser probados más de lo que podemos resistir y juntamente con la prueba proveerá la salida, para que podamos soportarla. (1 Corintios 10:13)
Prueba: 1. Acción y efecto de probar. 2. Razón, argumento, instrumento u otro medio con que se pretende mostrar y hacer patente la verdad o falsedad de algo. 3. Indicio, señal o muestra que se da de algo.4.Ensayo o experimento que se hace de algo, para saber cómo resultará en su forma definitiva.
Tentación: 1. Instigación o estímulo que induce el deseo de algo. 2. Solicitación al pecado inducida por el demonio. |
El Por qué y el Para qué de las Pruebas
La Biblia nos muestra dos propósitos básicos de las pruebas:
- Disciplinar o corregir para rectificar el crecimiento
- Entrenamiento personal para el ejercicio en nuevas aéreas de acción
A) Disciplinar o corregir para rectificar el crecimiento
El autor de la carta a los Hebreos, nos anima a despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia, y a que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. También nos explica el autor, que el Señor nos disciplina porque nos ama como sus hijos que somos (Hebreos 12:1,6). La disciplina puede ser requerida en casos de pecado por omisión, pecado a conciencia, y en casos de pecados por falta de conocimiento o entendimiento o revelación de principios bíblicos. Usualmente, en estos casos, la prueba se manifiesta con desorden en diferentes áreas de la vida: ambiente social, financiero, enfermedad, etc.
El apóstol Pablo, nos recuerda las tragedias que vivieron los judíos, como consecuencias de sus pecados, y nos advierte, de que esas cosas sucedieron como ejemplo y están escritas para amonestarnos a nosotros, para que no caigamos, como ellos cayeron. La codicia, la idolatría, la fornicación, la murmuración, son algunos de los pecados mencionados, así como sus consecuencias. (1 Corintios 10:1-11). El Señor Jesucristo, también nos advirtió acerca de las consecuencias de la falta de perdón: “Si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas”. (Mateo 6:15, Mateo 18:23-35).
La falta de entendimiento y de la práctica del principio bíblico de los diezmos y las ofrendas, especialmente en el comienzo de la vida cristiana, es una de las áreas en las cuales con frecuencia nos toca educarnos y disciplinarnos.
En todo caso, una vez que por la gracia de Dios, entendemos nuestras faltas, el pecado y sus repercusiones, procedamos a acercarnos, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:15-16). El apóstol Juan nos dice que: “Si confesamos nuestros pecados, el Señor Jesucristo, es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9). Es la gracia de Dios que se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo vidas en sobriedad, justicia, piadosamente. (Tito 2:11-12).
Disciplinar: 1. Instruir, enseñar a alguien su profesión, dándole lecciones.2. Azotar, dar disciplinazos por mortificación o por castigo. 3. Imponer, hacer guardar la disciplina (observancia de leyes y ordenamientos). |
B) Entrenamiento personal para el ejercicio en nuevas áreas de acción
Veamos tres ejemplos de pruebas confrontadas por José y David en el Antiguo Testamento y por el Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.
La prueba de José
Jacobo (Israel) amaba a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y José tuvo un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y estando José con sus hermanos le vendieron a unos ismaelitas mercaderes que pasaban, por veinte piezas de plata. (Génesis 37:3, 5, 28). José fue llevado a Egipto, donde Potifar, un oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá. Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. (Génesis 39:1,2). Y Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo (Génesis 39:5).
Después de esto, la mujer de su amo puso sus ojos en José, y le tentó. Al rehusar José a la tentación, la esposa de Potifar levantó una falsa acusación contra él y fue encarcelado con los presos del rey (Génesis 39:7, 20). Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Estando en la cárcel José se dio a conocer por su capacidad para la interpretación de sueños. Pasados dos años Faraón tuvo un sueño y llamó a José… Al interpretar José acertadamente el sueño de Faraón, éste se quitó su anillo de su mano, y se lo puso a José, y le dijo: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. (Génesis 41:1, 14, 42-44). Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Ellos venían desde Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron a él. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos: (Génesis 42:6, 7, 9, 24). Después de tres encuentros, José decidió darse a conocer a sus hermanos y les dijo: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. José les dijo: acérquense a mí. Yo soy José su hermano que vendieron a Egipto. Vallan a buscar a mi padre y díganle que Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; que venga.
Y se oyó en la casa de Faraón la noticia de los hermanos de José, y esto agradó en los ojos de Faraón y de sus siervos. (Génesis 45:1.3, 4, 9,16). Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en lo mejor de la tierra de Egipto, como mandó Faraón. (Génesis 47:11).
La prueba de David
Temía Saúl a David, por cuanto Jehová estaba con él, y de Saúl se había apartado; por eso Saúl lo alejó de su lado y lo puso a la cabeza de un millar de hombres. David se conducía prudentemente en todos sus asuntos lo cual aumentaba el temor de Saúl. Pero todo Israel y Judá amaban a David. (1 Samuel 18:12-16). Pero el espíritu malo de parte de Jehová se apoderó de Saúl; y trató de matar a David con una lanza mientras David tocaba. (1 Samuel 19:9, 10). Y David le preguntaba a Jonatán: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi muerte? (1 Samuel 20:1). Y comenzó el rey Saúl a perseguir a David como traidor donde quiera que fuera. Y David se refugió en la cueva de Adulam, y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, fueron allí a reunirse con él. Además se le unieron todos los afligidos, los que estaban endeudados, y los que se hallaban en amargura de espíritu, y llegó a ser su jefe. Había con él como cuatrocientos hombres. De allí se fue David a Mizpa de Moab, y pidió al rey de Moab que le concediera que su padre y su madre se quedaran en Moab “hasta que sepa lo que Dios hará de mí” (1 Samuel 22:1-3).
Estando David refugiado en la cueva, el rey Saúl entró a descansar y no notó la presencia de David. Los hombres de David le dijeron que era ese el día que Jehová le anunció: que le entregaría a su enemigo en sus manos para hacer con él como le pareciera. David calladamente, cortó la orilla del manto de Saúl. Y se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl y dijo a sus hombres: “Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová… No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido de Jehová” (1Samuel 24: 4-12).
Tiempo después Saúl y dos de sus hijos murieron en batalla. Entonces los hombres de Judá ungieron a David como rey sobre la casa de Judá. (2 Samuel 2:4). Y hubo una larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo (2 Samuel 3:1). Y era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. (2 Samuel 5:4).
La prueba del Señor Jesucristo
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Respondiendo Jesús al diablo, le dijo: “dicho esta «No tentarás al Señor tu Dios»…y el diablo, se apartó de él por un tiempo. Entonces Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en las sinagogas de ellos y era glorificado por todos y fue a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías y al abrirlo encontró el texto de Isaías 61:1 y luego de leerlo dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Todos daban buen testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca. Decían: ¿No es este el hijo de José? Luego el Señor Jesucristo continuó predicando y al oír los presentes que su obra transcendería a los gentiles, todos en la sinagoga se llenaron de ira y levantándose, lo echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarlo. (Lucas 4:1, 2, 12, 13, 14, 16, 17, 18, 19, 21, 22, 28, 29).
Llegado el tiempo oraba el Señor Jesucristo en Getsemaní y decía: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra… Y apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. (Lucas 22:2, 43, 44). Luego en la cruz, el Señor exclamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. En tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23: 34a, 46b).
Después de haber resucitado se apareció a sus discípulos y les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén (Lucas 24:44-47). Entonces los discípulos volvieron a Jerusalén después de la ascensión del Señor y perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. (Hechos 1:12,14).
Reflexiones acerca de la prueba de José, David y del Señor Jesucristo
- Jehová Dios Padre estaba con ellos
- Fueron perfeccionados como persona durante la prueba
- Cumplieron su propósito terrenal y eterno
- El tiempo de prueba no fue el mismo
- La tentación se presentó
- La paciencia, la perseverancia y la obediencia como fundamentos para el éxito
- La familia tomó parte en algún momento de la prueba
La carta a los Hebreos nos dice que aún “Cristo, en los días de su vida terrenal, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente., y aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen, y fue declarado por Dios Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. (Hebreos 5:7-10).
¿Cuál Debe ser Nuestra Actitud ante la Prueba?
- La carta del apóstol Santiago comienza diciendo que nos gocemos profundamente cuando nos hallemos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seamos perfectos y cabales, sin que nos falte cosa alguna y agrega que es bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. (Santiago 1:2-4, 12).
- El apóstol Pedro en su primera carta nos amonesta a humillarnos, bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte a su debido tiempo, echando toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros, que seamos sobrios y velemos, estemos alerta porque nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; por lo tanto: resistamos firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en nuestros hermanos en todo el mundo. Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayamos padecido un poco de tiempo, él mismo nos perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 5:6-11).
¿Cuál Debe ser Nuestra Postura y Ayuda Durante la Prueba?
A.- Estemos seguros del amor y propósito de Dios. Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Como hijos, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, es para que juntamente con él seamos glorificados. Sabiendo que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, a los que conforme a su propósito son llamados; porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:1, 17, 28, 29, 31, 32). “Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos” (Salmo 138: 8). No permitamos que el temor nos controle. (Isaías 43:1-3). El Señor Jesucristo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. (Juan 14:27).
B.- Revisar si hay pecado en nuestra vida. Revisar lo que hablamos. “Si en mi corazón hubiera yo mirado a la maldad, el Señor no me habría escuchado. (Salmo 66:18). “Examíname Dios y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23- 24).
C.- Pidamos entendimiento al Señor del por qué y para qué de la prueba. “Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu Ley y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.” (Salmo 119:33-35). El Señor nos promete que nos hará entender y nos enseñará el camino en que debemos andar; Sobre ti fijaré mis ojos, dice El Señor. (Salmo 32:8).
D.- Revisar debilidades personales y generacionales, tales como:
1) Frecuencia familiar, generacional o cultural de divorcio, adulterio, glotonería, desorden, conflictos, accidentes, etc. Renunciemos a ellas; recordemos que Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu.(Gálatas 3:13-14). Cristo Jesús anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio, clavándola en la cruz. (Colosenses 2:14).
2) ¿Honramos a nuestros padres? El honrar nuestros padres es el primer mandamiento con promesa para que nos vaya bien y seamos de larga vida sobre la tierra. (Efesios 6:2).
3) ¿Estamos al día con nuestros diezmos? “Trae todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; pruébame ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por ustedes al devorador, y no les destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vida en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. (Malaquitas 3:10-11).
4) ¿Hemos asistido al pobre? “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar. (Proverbios 19:17).
E.- Estemos dispuestos a ser transformados. Presentemos nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro verdadero culto racional, y no nos conformemos a este mundo, sino seamos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:1-2).
F.- Vistamos la armadura de Dios. (Efesios 6:10-18). El Señor Jehová, bendice al justo; y lo rodea de su favor como con un escudo. (Salmo 5:12). Jehová da poder a su pueblo y lo bendice con paz. (Salmo 29:11).
G.- Cuidemos lo que hablamos, sepamos usar la espada del Espíritu. “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos. (Proverbios 18:20-21), pues todo árbol se conoce por su fruto; ya que no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:44-45).
H.- Declaremos las promesas de Dios. Resistamos con el escudo de la fe. (Lucas 17:6, Romanos 12:1-3, Efesios 6:16). Cuidemos lo que pensamos: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto piensa. Lo que aprendiste y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con ustedes”. (Filipenses 4:8-9).
I.- Oremos y alabemos al Señor en todo tiempo. El apóstol Pablo oraba por los hermanos pidiendo ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Para poder andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios, fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para obtener fortaleza y paciencia, y, con gozo, dar gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. (Colosenses 1:9-12). Por nada estéis angustiados sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6-7) De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8:26). David escribió varios de sus salmos de oración y alabanza que hoy cantamos, durante su tiempo de pruebas. (Salmos 18, 34).
J.- Esperemos y recibamos ayuda de la familia-la iglesia. Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.(Efesios 4: 15-16).
K.- El tiempo de prueba es determinado por Dios. El fruto se verá en su tiempo. Oremos que el tiempo sea corto, estando conscientes de que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. (Filipenses 1:6).
“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, [esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto?. ¿Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros?. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas. ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez peligro o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Romanos 8: 28-39
Por: Dra. Ledy Maldonado de Rivas