¡Paz!, ¡Paz! Es una exclamación frecuentemente escuchada hoy día, que expresa el deseo personal y colectivo de vivir en armonía, en una era en que los conflictos entre naciones y comunidades de diferentes religiones, razas y culturas se incrementan. Además, diferentes tipos de conflictos personales tradicionalmente limitados a la privacidad familiar, hoy día son expuestos al público y difundidos debido al uso irrestricto y adictivo de las llamadas redes sociales.
Los conflictos personales y comunitarios son experiencias inherentes al ser humano. Por siglos, filósofos, psicólogos, sociólogos y pensadores han venido estudiando sus orígenes, planteando diferentes métodos de solución; desarrollando terapias de relajación y meditación para lograr la tranquilidad y la serenidad interior personal individual, así como otros métodos de ayuda en la facilitación de la armonización en la convivencia social colectiva. Propuestas de solución tales como: “No hay problema; lo que se necesita hacer es dejar el estrés y las preocupaciones de la vida diaria, y tomarse el tiempo para vivir”, son comúnmente usadas.
Otra vía que tradicionalmente se ha considerado para alcanzar felicidad y paz es la posesión de bienes y riquezas. Aunque el poseer riquezas no debe ser causante de angustias o de conflictos, tampoco ha probado ser un medio o un instrumento de solución de conflictos personales o comunitarios. Uno de los sabios más reconocidos en la historia, el rey Salomón, escribió: “Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad! Los ricos rara vez tienen una buena noche de descanso.” (Eclesiastés 5:10,12b NTV). El apóstol Pablo lo expresó de esta manera: “Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas”. (1Timoteo 6:10 NTV)
La paz es la necesidad y el deseo más profundo del corazón humano, que expresa la medida de felicidad y de satisfacción en la vida. Puede referirse bien al estado de paz interior o tranquilidad individual, a la paz entre Dios y el hombre, entre personas, o entre comunidades o países. En latín pax, pacis, en hebreo Shalom (שלום)
A través de los siglos, como tradición cultural y religiosa el anuncio o deseo de paz se ha venido usando también como saludo, equivalente al «hola» o el «adiós», tanto en hebreo: Shalom aleichem, como en árabe: Salam alaikum, y que literalmente significa “¡la paz sea contigo!”. Sin embargo, el Antiguo Testamento nos relata como hace más de 3000 años, Dios mismo instruyó a Moisés, para que los sacerdotes bendijeran a los hijos de Israel de esa manera: “El Señor levante hacia ti su rostro, y ponga en ti paz” (Números 6:22-26 RVA2015). El Nuevo Testamento nos relata como el Señor Jesucristo lo hizo con los discípulos: “Entonces Jesús les dijo otra vez: “¡Paz a ustedes!” (Juan 20:21a RVA2015) y luego, el apóstol Pablo lo continuó haciendo: “Y el Dios de paz sea con todos ustedes. Amén”. (Romanos 15:33 RVA2015)
Entonces, en la era en que vivimos, ante la necesidad de experimentar la paz personal y la paz en la sociedad donde nos desenvolvemos, se generan preguntas como estas: ¿cómo es que podemos llegar a experimentar y vivir una paz personal verdadera? o ¿cómo es que podríamos vivir una vida sin conflictos y guerras entre naciones?. Probablemente unas de las muestras más gráficas de paz y serenidad personal, aun en medio de situaciones críticas extremas, son los mártires cristianos que han sido perseguidos y maltratados por la fe a través de la historia hasta el día de hoy, como testimonios de que la paz proviene de Dios.
La Biblia enseña que es Dios nuestro Creador quien da la paz que se refleja en la postura, en la conducta de quienes le obedecen y viven en armonía; Jehová Dios es paz. Fue Gedeón, juez de Israel, quien identificó al Señor como Jehová Shalom, el Señor es Paz. (Jueces 6:24). Es la voluntad del Señor el darnos Su paz y que seamos perseverantes en fidelidad. Una vida de fe muestra paz. Las preocupaciones y los temores sugieren una fe débil. (Salmos 29: 11)
Jesucristo el Mesías es el Príncipe de Paz nuestro Jehová-Shalom y fuente de nuestra paz interior (Isaías 9:6 RVA2015). Jesús le dijo a los discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy. No como el mundo la da Yo se la doy a ustedes. No se turbe su corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27 RVA2015). La muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo en la cruz y su resurrecion, nos garantiza el perdón de nuestros pecados y nuestra justificación por la fe; nuestra paz con Dios Padre. (Isaías 53:5, Romanos 5:1)
La paz que el Señor nos da es diferente a la del mundo, en una dimensión que sobrepasa todo entendimiento, crece y se fortalece cuando llevamos una vida en comunión perseverante con Cristo Jesús. La paz es fruto del Espíritu Santo (Juan 14:27; 15:4-5, Gálatas 5:22, Filipenses 4:7). Debemos confiar y permanecer fieles porque en el Señor, Príncipe de Paz está la fortaleza de los siglos. Aunque se presenten aflicciones, recordemos lo Él dijo «Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor!; Yo he vencido al mundo » (Juan 16:33 RVA2015). Como lo hizo David en medio de la persecución, confiemos, recordemos que el Señor es nuestra salvación, nuestra fortaleza y nos protege del peligro, ¿por qué habríamos de temer?. ¡Aunque me rodee un ejército, aunque me ataquen, estaré confiado, no temeré!. (Salmo 27:1,3)
La paz de Dios en el creyente propicia la paz relacional, de manera que procuremos vivir en paz con todos porque, “Cuando los caminos del hombre le agradan al Señor, aun a sus enemigos reconciliará con él”. (Proverbios 16:7 RVA2015). Como embajadores del Príncipe de paz debemos cumplir nuestra misión de predicar las Buenas Noticias de Paz, recordándonos unos a otros que el Dios de paz, es nuestra Paz. (Hechos 10:36, Romanos 15:13, 33, 2 Corintios 5:20)
El Señor es Dios de amor y su perfecto amor echa fuera todo temor, todo miedo (1 Juan 4:18). En los tiempos en que vivimos, recordemos estar vigilantes, orando para permanecer fortalecidos, sin afanarnos, presentando nuestras necesidades, dándole gracias por todo lo que Él ha hecho. Su paz que supera todo lo que podemos entender cuidará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. Siempre procurando vivir siguiendo los principios de vida que Dios nos ha dado, que manifiestan la sabiduría que procede de lo alto y producen fruto de justicia, en paz (Filipenses 4:7, Santiago 3:17-18). Descansemos en la certeza de fe y llenura de paz porque “tú Señor me proteges, por eso me acuesto, me duermo y me despierto a salvo, porque tu Señor me cuidas” (Salmo 3:5). El Señor nos promete que guardará en completa paz a todo aquel cuyo pensamiento persevera en Él.
«Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado»
Isaías 26:3 RVA-2015
*Puede ver la versión Estudio Bíblico en la sección Crecimiento Integral