¿A quién no le gustaría vivir sin presiones económicas? Vivimos en una cultura en la cual aprendimos de nuestros padres y abuelos el valor de respetar a nuestros mayores, de trabajar fuerte y de obtener una buena educación. Con admiración podemos recordar como aun, habiendo escases de recursos, sobrevivimos satisfactoriamente. Bajo la bonanza petrolera en Venezuela, pudimos terminar la escuela o ir al hospital gratuitamente. Sin embargo, las cosas han cambiado; las fluctuaciones en la economía nacional y mundial sumada a las crecientes exigencias y atractivos dela vida moderna, han afectado a la población en general y cada día se hace más difícil mantener un equilibrio económico y aun suplir las necesidades básicas del hogar, forjando la necesidad de buscar diferentes recursos para aumentar el ingreso económico del hogar y de aplicar principios de buena administración del dinero.
Por razones como las ya planteadas, se hace esencial que al recibir ingresos debamos de tener bien claro cómo administrar el dinero que recibimos; lo que se debe gastar y lo que debe ser invertido, a esto es a lo que se llama: presupuesto. A continuación, presentaremos algunos principios básicos que nos ayudarán a administrar eficientemente nuestro dinero.
1. Elaboración de un presupuesto.
Debemos registrar en un cuaderno de papel o en un documento electrónico en la computadora una lista y el total de los ingresos que se reciben semanal, quincenal o mensualmente; bien sea por razón de salario, remesa familiar, o por cualquier otro beneficio extra.
También debemos registrar por renglones y totalizar los egresos regulares. Los egresos se pueden clasificar en gastos e inversiones. Gastos corresponde al dinero que no se recupera y que se usa en lo necesario para la vida diaria: alimentos, servicios, transporte, medicinas, vestido, impuestos. Inversión es, por el contrario, un egreso recuperable o reproducible: los ahorros, la adquisición de bienes, negocios, ofrendas, limosnas.
Mientras el total de los egresos no supere o sea mayor que el total de los ingresos, podemos considerar que el presupuesto es balanceado.
2. Establecer Prioridades. Los gastos primordiales que hagamos deben estar dirigidos a satisfacer las necesidades esenciales y cotidianas que deben suplirse en la vida diaria: alimentos, transporte, servicios públicos, salud, vestido e impuestos. Para ello es importante realizar una consciente distribución del ingreso, en la proporción y el requerimiento de cada aspecto considerado. He aquí sugerencias que pueden ayudar a bajar el monto de los gastos primordiales: preparar las comidas y viandas en la casa, lo cual en general resulta más económico que comprar comidas en restaurantes. Usar prudentemente los servicios de electricidad, agua, teléfono, etc. Aprovechar ofertas de precios de comida o de ropa; evitar los gastos no indispensables y aun los gastos que pueden ser dañinos para la estabilidad de la persona tales como: TV cable, celulares, vestimenta que no hace falta, pago de intereses por tarjetas de crédito o por préstamos innecesarios, consumo de cigarrillos, alcohol, etc. En relación a las compras de vestimenta, accesorios, equipos electrónicos, carros, etc.; es necesario evitar las compras compulsivas y resistir la presión social de hacerlas por “estar a la moda”. Recordar: nunca gastar más de lo que se recibe, ya que lo más importante no es aparentar, sino conservar estabilidad y el ser uno mismo.
3. Considerar Invertir. En cuanto a invertir ¿en qué? Si desea que el dinero le alcance; además de realizar la distribución en proporción de los gastos, invierta dando (ofrendando) y ahorrando. En general, las personas con más ingresos eficientes son personas que dan donde se necesita para satisfacer necesidades de otros. Así lo estableció Dios y lo explica en Su palabra, la Biblia. Jesucristo dijo: “Den a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás” (Lucas 6:38). He aquí algunas sugerencias básicas al respecto: comience con algo para dar, no quitándole a nadie para dar, sino dando a otros de sus propios ingresos y de sus habilidades. El caso ideal es dar al menos el 10% de los ingresos, para dar en donde uno sabe que se necesita por amor, como un servicio a Dios a través de nuestro prójimo; por ejemplo, de acuerdo a su habilidad, aparte regularmente una porción del ingreso de inversión para dar a:
- Los padres: para satisfacer sus necesidades y aun sus comodidades. Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. (Efesios 6:2-3).
- La iglesia: para que sea invertido en dar a conocer del amor de Dios, a través de palabra y de obras. “Traigan el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto y verán como abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.” (Malaquías 3:10)
- Los más necesitados: un familiar o un vecino enfermo, un niño abandonado por sus padres. etc. “Si Ayudas al pobre, le has prestado a Dios, ¡y Él no se te tardará en pagártelo!” (Proverbios 19:17).
- Si tiene deudas: proceda a pagarlas y procure no adquirir deudas. Al endeudarse corre el riesgo de entrar en un estilo de vida de angustias, recurriendo a la mentira, engaño, de escondites por doquier, ya que al llegar el ingreso solo le saludará de lejos. El pagar todas las deudas le abrirá puertas de oportunidades.
- Tan pronto como termine de pagar las deudas: Si las tiene, comience a ahorrar un poco a la vez. Para ello abra una cuenta bancaria y poco a poco guarde algo de dinero que le permita estar preparado en caso de una eventualidad, en proyección de un negocio extra o para la adquisición de bienes.
Administre Eficientemente
Recuerde, reflexione y accione estos principios financieros: elabore un presupuesto, distribuya bien su ingreso, invierta, pague sus deudas y ahorre, y verá como su condición financiera cambiará, porque, sobre todo, habrá aprendido y practicado la obediencia, la honestidad y la disciplina, las cuales son principios básicos personales para la práctica sabia de una buena administración. Pasará de ser un deudor a financista, de cola a ser cabeza.
Por: Julia Portillo de González