Una buena medida de fe para cada día

La fe es un principio básico y elemental de vida que ponemos en práctica cada día. Cuando nos vamos a la cama y le decimos a nuestros hijos: ¡Dios les bendiga, hasta mañana! con la certeza de verles al siguiente día; cuando estudiamos perseverando hasta graduarnos, cumpliendo el sueño de muchos años; cuando trabajamos fuerte y damos lo mejor de nosotros mismos, esperando ser reconocidos y vivir una vida mejor; cuando prometemos en el altar “hasta que la muerte nos separe”; cuando nos enfermamos y visitamos un médico y confiamos en él y nos tomamos las medicinas que nos prescribe, o cuando le pedimos a Dios perdón por nuestros errores cometidos, sintiendo el alivio de haber sido perdonado. Cada uno de estas declaraciones y acciones, son manifestaciones de fe. Todos estos son ejemplos del día a día que nos requieren fe, una fe activada por la acción y nutrida por la esperanza.

Los diccionarios definen la fe como la confianza o la creencia en algo o en alguien, o la aceptación de una declaración de alguien con conocimiento o experiencia; aun cuando falten pruebas para certificarlo. En la Biblia encontramos la definición de la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). La fe se demuestra con acciones; el apóstol Santiago lo expresó de esta manera: “La fe, si no tiene obras, está muerta”(Santiago 2:17). El termino fe, también se aplica bien al principio que comprende un conjunto de creencias establecidas por una religión; a un documento que certifica la verdad de algo o “fe de vida”, o a un patrón de comportamiento interpersonal, que muestra una actitud definida como “buena fe”: rectitud, honradez, verdad y sinceridad; o una “mala fe”: malicia, alevosía o engaño con que se hace algo.

Hoy más que nunca, necesitamos una buena medida de fe para el vivir de cada día.  Necesitamos una fe en acción, nutrida por la certeza o la esperanza de lo bueno que esperamos, para un mejor presente y un mejor futuro, expresando en “buena fe” que amamos y respetamos a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos; tratando a los demás como nosotros queremos ser tratados.

Hoy día, cuando viendo lo que pasa a nuestro alrededor, o cuando el considerar nuestra condición nos hacen dudar de nuestro presente o de nuestro futuro, no dudemos el acudir a Dios y pedirle esa medida de fe que nos hace falta, recordemos lo que el Señor Jesucristo les dice a sus discípulos: “…. sí tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, le dirían a este monte: Quítate de allí y vete a otro lugar, y el monte les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes!”. Mateo 17:20.

“Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra?  ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente?. Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!”

Mateo 7: 7-11

Por: Ledy Maldonado de Rivas. 

Compartir:

Deja una respuesta