Eres Bella

¡Eres bella!. “Firma Aquí”, esta es la popular frase usada por el reconocido Osmel Sousa, en el famoso concurso de belleza “Nuestra Belleza Latina”. Para que las jóvenes participantes de éste certamen, puedan llegar a escuchar esa frase, tienen que asumir un verdadero reto; ya que su participación requiere de muchos requisitos, esfuerzos y perseverancia; desde rasgos físicos naturales considerados dentro del marco de la belleza y de la seguridad personal, hasta capacidades comunicacionales y habilidades en la animación, entre otros.

Si bien es cierto que, para una mujer ser una “Miss” es como un sueño, éste se ha convertido en un símbolo de belleza que ha creado patrones de belleza internacionales. Para muchas mujeres, la belleza también define el tener las medidas perfectas, unas facciones corporales incluidas en los patrones de belleza establecidos, una linda piel y una hermosa cabellera; lo cual ha determinado el incremento del uso de la cirugía plástica o estética, que son utilizadas para alcanzar el objetivo y lo cual incluye riesgos quirúrgicos o anestésicos que eventualmente, pudieran amenazar la vida de la persona, sin garantizar resultados perfectos o permanentes.

Sin embargo, ¿Está mal para la mujer el arreglarse o el cuidar de la apariencia física? ¡Realmente no!. El hacerlo, es una forma de expresar el aprecio personal y el aprecio a las personas que nos rodean. El cuidado físico de la mujer, debe ser parte de un equilibro donde lo más importante incluya la salud y bienestar general: emocional, espiritual y física. En la Biblia, podemos leer como el apóstol Pedro nos dice: “No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios” (1Pedro 3:3-4).

Entonces, podríamos asumir que la belleza exterior es la expresión del resultado de llevar una vida física y emocionalmente balanceada, con una buena alimentación física, manteniéndose físicamente activa y cumpliendo nuestros deberes y obligaciones. Además, también debemos alimentar sanamente nuestra mente y espíritu; cuidando lo que vemos, leemos y hablamos, a la vez que alimentamos y enriquecemos nuestro ser espiritual, mental y emocional con la lectura y la aplicación de las instrucciones y enseñanzas que en amor, nos dejó nuestro Creador y Salvador y que las encontramos recogidas en su manual de fabricación, la Biblia.

Por eso, te animo a aceptarte tal cual Dios te hizo, mientras cuidas lo que hay en tu interior, lo cual va a ser reflejado de tu exterior.

Por: Maylen Portillo

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